Bárbara se ha hastiado de la incongruencia de la superficialidad a su alrededor y como cualquier bestia ha salido a recorrer lo que no ha recorrido jamás.
Se ha adentrado entre callejones oscuros, caminado entre alcantarillados en putrefacción y posado desnuda para sus enemigos.
Se ha envuelto en la suave tela de la ordinaria noche y, aunque aún no se ha sentido preparada para ello, se ha dejado llevar por la brisa en la ciudad.